AFP
John Paul Nohelj lleva más de 20 años viviendo en Steinhatchee, en el noroeste de Florida. El pueblo, situado en una región de marismas y bosques, es para él el mejor lugar en la Tierra, y no lo va a abandonar pese a la llegada del huracán Idalia.
Poco le importa la orden de evacuación que las autoridades emitieron para esta localidad y otras numerosas zonas del oeste de Florida. Sentado en el porche de su vivienda, una casa de madera que parece a punto de derrumbarse, Nohelj no está asustado.
«He vivido en la costa de Florida toda mi vida y aquí es donde me encanta estar», dice este hombre de 71 años, que respira con la ayuda de una bombona de oxígeno.
«Pero si vives cerca del agua, te vas a mojar el trasero de vez en cuando», añade, quitándole importancia a la amenaza del huracán.
Steinhatchee es un pueblo tranquilo. Tiene unos 1.000 habitantes, numerosos árboles, bonitas casas de madera y agua abundante: la del río homónimo que atraviesa la localidad y la del Golfo de México en el que desemboca, cerca de ahí.
Decenas de personas ultiman sus preparativos antes de que llegue el temporal. La mayoría de ellas van a evacuar el pueblo, pero tratan de salvar una parte de sus pertenencias antes de irse.