Por Mileydi Montero.
No existe una sensación más triste, cruel, traumática y lacerante, que el sentir haber perdido más, que el contrario al que usted creyó que le ganó. Y es que hay triunfos en la vida, que solo pa’ tene’ experiencia nos puede servir su premio. Y sí, parafraseando el concepto de triunfo y su abanicado arcoiris de la autopercepción que tiene cada cual del mismo, resulta tan disonante, ambiguo e inicuo, que podríamos culpar a la autora de este texto, de estar ahondando en un océano reflexivo de tantas turbulencias emocionales y espirituales, que solo así, se podría entender y/o justificar, que la misma, en su narrativa sentencie a dicho concepto a semejante paráfrasis filosófica.
Pero es tan real como inverosímil, ese constante pulular de corazones vencidos en su propia victoria, la vida está sobregirada de hombres que cargan con triunfos los cuales jamás han podido disfrutar del premio del mismo, de soldados que ganaron una batalla, la cual sólo la disfruta ese al él que creyeron haberles ganado.
Y es que a pesar de la abismal brecha existente entre el nada, el algo y el todo, el mundo y sus infalibles desaciertos siguen construyendo triunfos tuertos, que en su ceguera selectiva los ingenuos esperan obtener junto a su premio. Y es que hay triunfo, que solamente, todo lo que con él has perdido, es lo que tienes como premio.