Por: Mileydi Montero.
Hoy las reflexiones de mi alma ahondan en los más profundos mares de un calamitoso estado emocional y espiritual de tantas preguntas sin respuestas y tantas respuestas a ninguna pregunta; me siento en un mundo lleno de tanto vacío.
Y como un juez implacable siento un inmenso deseo de condenar a la irracionalidad humana y sentenciarla a un necesario stop, que nos permita detenernos a preguntarnos hacia dónde vamos.
Parar el avanzado curso de esa involutiva presencia del sentido común, el vacío, el nefasto vacío,
de todo aquello que se ha llenado de la nada, rebozando al universo de seres humanos, inhumanizados con patética y lenta digestión cerebral, que no les permite descodificar las cosas verdaderamente importantes de la vida, seres existentes única y exclusivamente por el milagro de respirar con una apatía neuronal y una esquizofrénica concepción de los valores y los principios carnavalezcamente disfrazados de supuesta diplomacia, llenando al mundo de tanto vacío.
El mundo está lleno de personajes, que te rompen las piernas, te venden las muletas y luego esperan y exigen gratitud y lealtad de tu parte, porque gracias a ellos tú puedes caminar.
El mundo está lleno de patriotas en tierras ajenas, legislando teóricamente las leyes de sus tierras natales desde los lujosos asientos de otras naciones, llenando el espectro del futuro de su patria de tanto vacío.
Y continúan pululando como ejemplo de superación personal, los comunistas con cheques como la enarbolada bandera de sus paradigmas, llenando la sociedad de tanto vacío.
Y en los núcleos familiares proliferan indetenidamente y con orgullo, los padres sin criar a los hijos, las iglesias sobrepobladas de cristianos que no creen en su cristo y los líderes que no se dirigen ni asimismo, una realidad llena de tanto vacío.
Y qué decir de los Triunfadores de sus derrotas, los ganadores sin premios, los de cosechas en manos, de aquellos frutos que jamás sembraron.
El mundo está lleno de tanto vacío, del mejor amigo como el peor enemigo, de una solidaridad con pago en altos intereses, del pudor de los hipócritas censurando todo aquello que practican, de la bondad de los malos y las maldades de los buenos; el mundo está lleno de tanto vacío.
Y así seguimos, corriendo desesperadamente hacia ese lugar donde nada hay, donde todo lo que estará a nuestra llegada será lo que llevemos con nosotros.
Y mientras, todo el trayecto lo hacemos como si fuéramos el único cromosoma que ha de ser fecundado en aquel instante que llamamos vivir y allí, el sinónimo más certero a sobrevivir lo ejemplificamos empujando, rechazando, destruyendo a nuestros semejantes, encerrados en nuestra burbuja ególatra y egoísta, como inmunes inmortales, llenando cada día en nuestro caminar, al mundo de tanto vacío.