Por: Samuel Sánchez E.
Es recurrente el tema de los altos costos de los alquileres en la ciudad de Nueva York, las mudanzas de familias trabajadoras y de ingresos medios es cada vez mayor.
Según un trabajo de Avi Garelick y Andrew Schustek del portal cityandstateny.com, “los costos de la vivienda se han
disparado un 68% en la última década.
El alto costo de la vida ha fomentado un éxodo de contribuyentes y ha multiplicado los costos de gestionar una de vivienda.
Con costos de viviendas fuera de control, nos enfrentamos a un punto sin retorno donde las familias trabajadoras
encontrarán la ciudad inhóspita y la economía y la cultura perderán su elemento vital”.
Desde mi palco, creo que la perdida es mayor para las familias pues la permanente mudanza genera unos niveles de angustias e inestabilidad laboral, escolar, de sentimiento de pertenencia y
desarraigo, entre otros, que no permite el crecimiento y desarrollo normal de niños y adultos. O sea una vivienda no es solo el lugar para descansar, es el hogar, el punto de convergencia de los sueños familiares; es el entorno, los vecinos, los negocios, las calles, los parques, en síntesis, donde vivimos, que va mucho más allá de un lugar donde habitamos.
Por décadas Nueva York ha puesto en manos privadas el desarrollo de viviendas con el propósito de generar hogares para todos, en mi opinión le ha puesto el negocio de la vivienda en manos del capital financiero y los Real Estate; sin embargo, el mercado de viviendas no responde a la necesidad de las familias de bajos y medianos ingresos y mas bien, los inversionistas has hecho su agosto con las exenciones fiscales que les provee la ley 421A.
Lo interesante es que en Nueva York, los inversionistas privados si construyen viviendas permanentemente, un reporte establece que se fueron 175 mil nuevos apartamentos entre 2017 y 2021; pero lo hacen para el mercado, sobre el criterio de que en esos nuevos proyectos vivan solo quienes lo pueden pagar el precio del “mercado”, es decir, quienes tienen ingresos medios y altos y saca de juego a quienes ganan salarios en factorías, bodegas, salones de belleza, barbería, chofer de taxi, delivery, entre otros muchos trabajadores cuyos ingresos promedio oscila entre los 20 y tal vez 40 mil dólares.
Una senadora estatal y un asambleísta del estado impulsan un proyecto de ley que daría paso a la Autoridad de Desarrollo de Vivienda Social, ley que de ser aprobada, cambiaria las reglas de juego pues el estado tendría que replantear la forma en que los inversionistas hacen negocios con la necesidad de la gente y asignaría un rol protagónico en la construcción de vivienda social para quienes tienen ingresos bajos y medios.
Los legisladores estatales, sobre todo quienes representan distritos de familias trabajadoras, deben airear estas propuestas de ley pues su aprobación traería sin dudas un impacto positivo a nuestra comunidad; pero no veo a nuestros oficiales electos (en el estado) promover estas iniciativas y
menos, los veo manifestarse a favor, lo que me hace pensar si tal vez tienen algún grado de compromiso con la industria del Real Estate y los inversionistas privados y si existe alguna
relación con los aportes de campaña y estos tutumpotes del capital.
La comunidad necesita conocer, promover y agitar para que propuestas como la Autoridad de Desarrollo de Vivienda Social, sea una realidad y para ello, propongo impulsar espacios propios, al margen de los oficiales electos, que permita cabildear los intereses propios en Albany.
No esperemos por quienes o no entienden su rol o esconden otros compromisos legislativos.