Haití. – En numerosos barrios del área metropolitana de Puerto Príncipe, la población levanta barreras gigantes en las entradas para impedir cualquier forma de invasión o ataque por parte de grupos armados que buscan nuevos territorios en un país asolado por una inseguridad sin precedentes desde 2018.
Hace casi un año, en abril de 2023, el barrio de Turgeau, a pocos kilómetros del Palacio Nacional, fue objeto de un sangriento ataque por parte de grupos armados que pretendían invadirlo y controlarlo.
Ese día, al menos una docena de presuntos bandidos fueron asesinados y luego quemados por la población enfurecida. Desde entonces, el barrio está a la defensiva, como muchos otros, en medio de la crisis general que afecta el país, agravada por los ataques de las bandas, que actualmente controlan el 80 % de la capital.
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«Hemos levantado estas barreras por la inseguridad. Los bandidos ya han intentado apoderarse de la zona, pero los hemos repelido. Estamos vigilando», dijo a EFE un residente de Turgeau cerca de una de las barreras metálicas.
«Si la Policía existiera de verdad, no estaríamos pasando por lo que estamos pasando ahora. La Policía es una fuerza legal que deja que las fuerzas ilegales se apoderen cada vez más del territorio«, añade este joven veinteañero, muy pesimista sobre el futuro del país, que aguarda el despliegue de una misión multinacional, autorizada por la ONU, para asistir a la Policía.
Turgeau no es el único distrito que ha adoptado una estrategia defensiva de este tipo. Al menos una decena de barreras han sido detectadas por los periodistas de EFE en las entradas de varios barrios del área metropolitana de Puerto Príncipe, en particular en Tabarre, Delmas y Pétion-ville, transformando los barrios en pueblos en los que todas las entradas y salidas son examinadas con lupa.
Poco a poco, la situación ha ido cambiando: en algunas calles se han multiplicado los badenes, luego las barricadas, más tarde las barreras gigantescas y, en algunos barrios ya, auténticos muros levantados por personas abandonadas a su suerte.
Estas iniciativas son especialmente comunes en Estados frágiles como Haití. «Estados en los que el Gobierno no tiene ni la capacidad ni la voluntad de responder a las necesidades de la población, ni de garantizar la soberanía de su territorio«, explica a EFE el profesor universitario Djems Olivier.
En gestación desde 2018, este fenómeno se ha generalizado recientemente en muchos barrios nuevos en Puerto Príncipe. Ya en la década de 2000, o incluso mucho antes, los llamados barrios residenciales -donde viven los ricos- construían barreras para atrincherarse, pero también para darse autonomía frente al resto de los habitantes que viven en los alrededores.
«Es una estrategia de respuesta a lo que llamamos ‘territorios perdidos’, aunque «en realidad, no son ‘territorios perdidos’, son zonas grises, espacios que escapan al control del Estado«, añade Olivier.
Estas barreras se construyen con la contribución de cada habitante del barrio en cuestión. En algunos barrios, brigadas se encargan de la vigilancia, pero en otros se contrata a agentes de empresas de seguridad para que hagan el trabajo.