AGENCIAS.- La creciente violencia en Haití no solo afecta a sus ciudadanos, sino también a extranjeros que se encuentran atrapados en medio del caos. Tal es el caso de Jill Dolan y su familia, misioneros estadounidenses que claman por ayuda desesperadamente.
La familia Dolan se vio obligada a refugiarse en un motel improvisado en la capital, Puerto Príncipe, cuando la violencia de las pandillas amenazó con desatar una guerra civil. Ahora, están rogando por ser evacuados y han solicitado la intervención de un helicóptero para su rescate.
En declaraciones al diario The New York Post, Jill Dolan, quien ayuda a dirigir un orfanato en Haití a través de su organización Love A Neighbor, expresó su frustración por la falta de ayuda efectiva por parte de la Embajada de Estados Unidos. «Lo que nos dicen es algo así como ‘Manténganse a salvo’, lo cual no es muy útil», lamentó Dolan.
La situación en Haití se ha deteriorado gravemente desde el 29 de febrero, con el incendio de estaciones policiales, negocios y cárceles por parte de las pandillas, lo que permitió la fuga masiva de presos.
La renuncia del primer ministro Ariel Henry el martes 11 de marzo, bajo presión internacional, evidencia la urgencia de la situación.
A pesar de los esfuerzos internacionales para establecer un consejo de transición y detener la crisis en Haití, las pandillas, lideradas por figuras como Jimmy Chérizier, alias «Barbecue», se mantienen desafiantes y amenazan con no reconocer ninguna solución que no incluya sus demandas. Mientras tanto, miles de personas, incluidos los Dolan, permanecen en peligro constante, con la esperanza de ser rescatados de esta crisis sin precedentes.