Un vuelo de Southwest Airlines, el vuelo 3695 con destino a Houston, Texas, vivió momentos de terror cuando la cubierta del motor se desprendió apenas después del despegue desde el Aeropuerto Internacional de Denver.
El avión, un Boeing 737, con 135 pasajeros a bordo y seis miembros de la tripulación, experimentó un golpe en el ala debido al impacto.
Afortunadamente, la rápida respuesta de la tripulación permitió un retorno seguro al aeropuerto, evitando así una posible tragedia.
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Aunque no se reportaron heridos, la situación provocó una interrupción significativa en el viaje de los pasajeros, quienes fueron reubicados en otro vuelo hacia su destino final, llegando con un retraso de tres horas.
Southwest Airlines, en un comunicado, aseguró que están investigando el incidente y que sus equipos de mantenimiento están revisando el avión afectado.
La compañía también expresó sus disculpas a los pasajeros por los inconvenientes causados, enfatizando su compromiso con la seguridad de sus clientes y empleados.
Hasta el momento, las autoridades no han determinado la causa exacta del desprendimiento de la cubierta del motor. Sin embargo, este incidente plantea preocupaciones adicionales sobre la seguridad de los aviones Boeing, especialmente después de un accidente similar ocurrido en enero con un avión de Alaska Airlines.
El hecho de que el CEO de Boeing, Dave Calhoun, anunciara su retiro a finales de año en medio de estos acontecimientos, sugiere una agitación dentro de la compañía a raíz de los problemas de seguridad que han surgido en torno a sus aviones.
Se espera que las investigaciones arrojen luz sobre lo sucedido y que se tomen medidas adecuadas para prevenir futuros incidentes.