Silves (Brasil), (EFE).- La población amazónica de Brasil que no dispone de pozos y bebe directamente del río se prepara como puede para una sequía inminente que se prevé incluso más intensa que la del año pasado, al tiempo que reclama ayuda de las autoridades.
“Necesitamos un pozo para tener agua potable«, apunta, con preocupación, la cacica Ivanilde dos Santos, una mujer bajita, de 54 años, con un pendiente de plumas de guacamayo y que lidera una aldea ubicada en la orilla del Anebá, en el municipio de Silves, a unas cuatro horas de la ciudad de Manaos.
El Anebá, del que la población extrae el pescado que come y el agua que usa en su día a día, está alrededor de metro y medio por debajo de lo normal para esta época del año.
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Son señales ominosas, ya que es el final de la temporada de lluvias y el caudal debe empezar a bajar en breve.
La ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, ya advirtió hace unos días que se espera una sequía “terrible” y que el Gobierno federal prepara una “operación de guerra” para llevar suministros básicos a comunidades alejadas de antemano y así tratar de prevenir los estragos.
Las autoridades del estado de Amazonas comparten el diagnóstico y están realizando trabajos de drenaje de los ríos, para facilitar la navegación cuando baje el caudal, e instalando sistemas de tratamiento de agua en algunas aldeas.
“Cuando hay sequía, la calidad del agua disminuye y hay mayor incidencia de enfermedades hídricas”, explica a EFE el secretario de Proyectos Especiales del Gobierno regional, Marcellus Campêlo.
Según el funcionario, es “muy probable” que la temporada seca que viene sea peor que la del año pasado porque la subida del río durante la temporada de lluvias no ha compensado la disminución que la precedió.