Por Eshe Nelson
Los economistas debaten sobre el efecto que tendrá el paso de la cantante por Europa este verano, ya que sus seguidores aumentan la demanda de hoteles y servicios. Los banqueros centrales son sensibles incluso a los cambios más mínimos en los datos, ya que intentan distinguir los efectos puntuales de los que son más duraderos.
No solo los fanáticos de Taylor Swift están pendientes de las fechas de su Eras Tour. Uno de los economistas más destacados de Europa es muy consciente de que la cantante pasará el verano volando entre los estadios europeos.
Philip Lane, economista jefe del Banco Central Europeo, tenía a la estrella del pop en mente cuando habló en un acto el lunes.
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Swift está de gira por Europa este verano y convoca a cientos de miles de swifties que gastan en pasajes de avión, hoteles, restaurantes y pulseras de la amistad.
El viernes Switf ofreció el primero de sus ocho conciertos en el estadio londinense de Wembley; se espera que unas 700.000 personas asistan a las actuaciones en la capital británica. Y los analistas debaten sobre la huella económica que dejará.
Los economistas de Estados Unidos saben que Eras es un tour de force económico. Mientras los consumidores derrochan en conciertos, comidas, vacaciones y otras experiencias recreativas que se perdieron durante los cierres por pandemia, una empresa estimó que la gira podría generar 4600 millones de dólares solo en Norteamérica por el gasto en entradas, mercancías y viajes.
Está justificado que los bancos centrales analicen los posibles efectos inflacionistas de la llegada de una superestrella mundial: en mayo del año pasado, cuando Beyoncé dio el pistoletazo de salida a su gira Renaissance World Tour en Estocolmo, un economista atribuyó un repunte de los datos de inflación al concierto de la cantante porque los fanáticos viajaron desde lejos para asistir a la primera presentación.
Los bancos centrales europeos han empezado a recortar las tasas de interés—o están a punto de hacerlo— a medida que la inflación se ha ralentizado sustancialmente en el último año, poniendo en perspectiva sus objetivos del 2 por ciento. Pero persiste la preocupación de que no se hayan erradicado las presiones inflacionarias porque los aumentos de precios de los servicios, entre los que se incluyen hoteles y restaurantes, son superiores a lo previsto.
“Todas esas pequeñas peculiaridades van a importar mucho”, dijo Lucas Krishan, estratega de TD Securities en Londres. Pueden “enturbiar el panorama para los bancos centrales a la hora de tomar estas decisiones”.