La Habana, (EFE).- El Instituto de Meteorología (Insmet) de Cuba informó este viernes que mantiene una «estrecha vigilancia» sobre la segunda depresión tropical de la actual temporada de ciclones en el océano Atlántico, que se estima que podría convertirse en huracán este fin de semana.
La depresión -que este sábado sería ya la tormenta tropical Beryl- se encuentra situada a unos 1.970 kilómetros al estesudeste de la isla de Barbados, la más oriental de las Antillas Menores, señala el primer aviso de ciclón tropical emitido por el centro de pronósticos del Insmet.
Este sistema meteorológico se mueve con un rumbo próximo al oeste a razón de 33 kilómetros por hora y en su avance está acompañada por vientos sostenidos de 55 kilómetros por hora, con rachas superiores. Cuba queda al norte, pero cerca, de sus posibles trayectorias.
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De acuerdo con el pronóstico, en las próximas 12 a 24 horas debe continuar desplazándose al oeste-noroeste y se espera que gane más en organización e intensidad, por lo que durante el domingo alcanzará la categoría de huracán, antes de llegar al arco de las Antillas Menores, limite oriental del mar Caribe.
La temporada ciclónica de 2024 en el Atlántico norte, el mar Caribe y el Golfo de México, vigente del 1 de junio hasta el 30 de noviembre, será «muy activa» con la posible formación de 20 tormentas tropicales, según el Insmet.
Además presume que al menos once de los ciclones podrían convertirse en huracanes, debido a que las condiciones predominantes en el área son favorables para la formación y desarrollo de los ciclones tropicales.
Los expertos cubanos pronosticaron el año pasado una temporada «moderada» que al final superó las expectativas al formarse 17 tormentas tropicales, incluidos seis huracanes. En 2022, se formaron ocho huracanes, incluido Ian, que azotó en septiembre el oeste de Cuba con categoría tres -de cinco- y vientos de hasta 200 kilómetros por hora.
La última vez que un huracán de grandes dimensiones afectó a Cuba fue en 2017 cuando Irma avanzó de forma paralela a la costa norte de la isla y causó diez muertos y pérdidas materiales valoradas oficialmente en 13.185 millones de dólares.
