Desigualdad es factor clave en salud mental

Desigualdad es factor clave en salud mental

Factores como la desigualdad social y económica, desplazamiento forzado, conflictos prolongados, son determinantes en salud mental.

El pasado viernes 8 el Listín Diario con su iniciativa del Foro de Salud Mental en conjunto con la Pontificia Universidad Madre y Maestra reunió a 16 expertos en la materia para encarar la problemática, proponer soluciones y afrontar desafíos.

Aída Mencía Ripley, vicerrectora de Investigación e Innovación Unibe, en su intervención resaltó la necesidad de un cambio de paradigma y de perspectiva sobre cómo se está abordando el tema de la salud mental y que se está ignorando los determinantes sociales de esta.

Agregó que factores como la desigualdad social y económica, desplazamiento forzado, conflictos prolongados, experiencias adversas en la primera infancia, violencia de género, emergencias de salud pública y humanitaria y la crisis climática que según Ripley está generando traumas, son factores determinantes en la salud mental.

La experta explicó que desde Unibe está promoviendo un cambio de paradigma desde la planificación estratégica concibiéndose como una comunidad de bienestar, siendo este su eje estratégico principal.

“Se está convirtiendo en un determinante social de la salud mental, cada vez más, la crisis climática que está generando traumas. Las acciones de resiliencia y de mitigación de riesgos ante este se centran en temas estructurales y dejan completamente fuera el ser humano a quien se le derrumba la casa y esta es una persona que la crisis climática ahora convirtió en un paciente de salud mental”, dijo la profesional.

Puntualizó que cuando se junta todo esto da como resultado una “brecha enorme, abismal” en la atención en la salud mental tanto para trastornos de ansiedad como abusos de sustancias mientras que la poca inversión que hay se emplea en el sistema manicomial de salud, creando el paciente y no previniendo.

“Nosotros creamos al paciente no lo prevenimos. Nosotros esperamos que se enferme, hay gente que se va a enfermar y merece, porque la salud es un derecho humano, una atención de calidad, pero la mayor responsabilidad es prevenir que se enferme”, aseveró a vicerrectora.

En medio de este escenario otros expertos sumaron a los desafíos en salud mental la falta de educación generalizada de la población, estigmatización, pocos centros de atención especializada, baja inversión en salud mental, la no cobertura por los seguros de salud, los costos de las consultas y centralización de la atención.

Frente a un público compuesto por estudiantes y otros extractos de la sociedad los profesionales manifestaron que no dan abasto con la cantidad de expertos que hay en salud mental, una crisis que de acuerdo a estos se puede solucionar con voluntad.

La vicerrectora de Investigación e Innovación dijo que el paciente de salud mental se trata como objeto de la curiosidad del científico y “pocas veces se dignifica con un rol formal en el proceso de investigación para informarle como manera de subsanar la injusticia epistémica”.

Asimismo, afirmó que se ha desarrollado el protocolo formal para que esto pueda hacerse de manera segura y estandarizada para la persona con enfermedad mental. Sin embargo, especificó que se necesita “urgente” inversión local para generar conocimiento en salud mental.

Ampliación del uso de tecnologías digitales

Jairo Espinal, especialista en tecnología de la investigación, aboga por la ampliación del uso de tecnologías digitales para abordar la salud mental como los chatbots, que podrían expandirse hacia poblaciones vulnerables en áreas rurales, donde el acceso a profesionales es limitado.

Dijo que desde la Vicerrectoría de Investigación se realizó un estudio que exploró las actitudes y la aceptación de los jóvenes adultos hacia los chatbots psicoterapéuticos tras un uso breve de Wysa, una aplicación

Allí se evaluaron variables como experiencia de usuario, alianza terapéutica y actitud hacia la psicoterapia con chatbots. La muestra no probabilística incluyó 104 participantes dominicanos (50% hombres, 50% mujeres) de 18 a 29 años.

De acuerdo a los resultados expuestos por Espinal estos mostraron una mejora significativa en la actitud hacia la psicoterapia con chatbots después de usar Wysa con una valoración positiva de la experiencia de usuario y una buena alianza terapéutica.

Además, se hallaron correlaciones positivas entre alianza terapéutica, intención de uso futuro e intención de recomendación. Según el investigador los hallazgos sugieren que los chatbots psicoterapéuticos pueden ser una herramienta efectiva en psicoterapia.

Otra de las propuestas presentadas por el experto es el desarrollo y validación de modelos estructurales y psicométricos que permitan evaluar con precisión variables psicológicas relevantes, adaptadas al contexto cultural de la República Dominicana, con el objetivo de diseñar intervenciones más eficaces y contextualizadas en el ámbito de la salud mental.

También propuso el desarrollo de programas preventivos evaluando factores asociados a la salud mental causadas por factores personales y psicosociales.

Trastornos prevalentes

En su ponencia Espinal sostuvo que la depresión y la ansiedad son los trastornos mentales más prevalentes, especialmente en la adolescencia y la adultez temprana, siendo la psicoterapia el tratamiento principal, aunque los chatbots psicoterapéuticos también han demostrado ser efectivos para síntomas leves. Sin embargo, se desconoce la actitud de los jóvenes hacia esta tecnología.

Puntualizó que en 2019 se reportaron 570,312 casos de ansiedad y 464,164 de depresión en el país, con una prevalencia del 5.7% y 4.7%, respectivamente, según datos de 2019 del Ministerio de Salud Pública

Agregó que la pandemia de Covid-19 ha provocado un incremento del 25% en la prevalencia global de los trastornos de ansiedad y depresión, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

Esta misma organización estima que el 3.8% de la población experimenta depresión, incluido el 5% de los adultos (4% entre los hombres y el 6% entre las mujeres) y el 5.7% de los adultos mayores de 60 años.

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