Por: Javier Fuentes
Artículo de Opinión
En el marco de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y República Dominicana, que data de siglos, la figura de Rubén Díaz emerge como una opción idónea para desempeñar el rol de embajador estadounidense en el país caribeño.
Su vasta experiencia como líder comunitario, político y pastor, junto con su profundo entendimiento de las dinámicas culturales y sociales de ambas naciones, lo convierten en un puente natural para fortalecer estos lazos históricos.
Trayectoria que avala su rol.
Rubén Díaz, originario de Puerto Rico, ha dedicado décadas a servir como pastor pentecostal, defendiendo valores cristianos y liderando iniciativas comunitarias.
Su trabajo como senador del estado de Nueva York y como concejal lo posicionó como un defensor de las comunidades más vulnerables, especialmente en los barrios de alta concentración de latinos y dominicanos en el Bronx.
Este vínculo cercano con la diáspora dominicana le ha permitido conocer de primera mano las necesidades, aspiraciones y aportes de esta comunidad tanto en Estados Unidos como en República Dominicana.
Además, su habilidad para conectar con líderes políticos, religiosos y comunitarios le ha ganado un respeto transversal de manera tal que todos los políticos dominicanos al venir a New York procuran sus sabios consejos y apoyo político.
Un defensor de valores comunes.
La administración Demócrata dejó la República Dominicana, sin embajador mostrando un gran desprecio y máxime cuando el presidente Luis Abinader no ha estado de acuerdo con la presión ejercida para soportar la migración haitiana.
Rubén; como embajador podría aprovechar su reputación como un líder defensor de los valores familiares, la libertad religiosa y los derechos humanos para dialogar con sectores clave en República Dominicana y en Washington y lograr hacer entender que los dominicanos no pueden seguir cargando con el problema de Haití.
Así mismo, él puede ser un vector de valores compartidos entre ambas naciones que pueden servir como base para promover políticas de cooperación en áreas como educación, comercio, seguridad y desarrollo social.
Además, su capacidad de mantener un discurso franco, aunque respetuoso, lo convierte en un interlocutor efectivo para abordar temas sensibles que afecten la relación bilateral, como la inmigración, el comercio y la colaboración en temas regionales.
Un embajador cercano a la comunidad.
Un aspecto clave del liderazgo de Rubén Díaz ha sido su habilidad para movilizar comunidades y establecer puentes de entendimiento.
Esto sería esencial en su rol como embajador, no solo para representar los intereses de Estados Unidos en República Dominicana, sino también para atender las inquietudes de los dominicanos y dominico-estadounidenses y la problemática haitiana bien conocida por él.
En conclusión
Rubén Díaz reúne las cualidades necesarias para ser un excelente embajador norteamericano en República Dominicana: experiencia política, liderazgo comunitario, sensibilidad cultural y un profundo compromiso con los valores que unen a ambos países.
Su designación sería una muestra al reconocimiento de la importancia estratégica y cultural que representa República Dominicana para Estados Unidos, en la geopolítica global, se ha presentado una gran oportunidad que el país no debería desaprovechar.
No podemos jugar queriendo a otra persona.
Nadie podrá ser mejor candidato que Díaz.
Sería el mejor obrero para fortalecer los lazos entre los dos pueblos.
Con su aceptación, no solo se reafirmará la relación bilateral, sino que se abriría una nueva etapa de cooperación y entendimiento mutuo que beneficiaría a ambos países.