¿Por qué quieren destruir a Faride?

¿Por qué quieren destruir a Faride?

Por: Javier Fuentes

En el escenario político, Faride Raful ha sido una figura que ha roto moldes.

Desde su irrupción en el Congreso, hasta su destacada labor en el Ministerio de Interior y Policía, ha demostrado que la política no está destinada a ser monopolio de estructuras tradicionales.

Su independencia, capacidad de gestión y visión crítica de algunos aspectos importantes del sistema la ha colocado como un símbolo de cambio, pero también como un objetivo constante de ataques.

Pero, ¿por qué destruirla?

Las críticas hacia Faride no solo responden a sus decisiones o posturas, sino a algo mucho más profundo: la amenaza que representa para el statu quo y ciertas aspiraciones presidenciales.

Este análisis profundiza en sus logros, los ataques que ha enfrentado y el futuro que la espera en un sistema que sigue resistiéndose a los líderes con visión autónoma.

Faride: Un perfil de logros y resistencia

Faride Raful ha recorrido un camino que no solo ha marcado su nombre en la política dominicana, sino que también ha dejado huellas visibles en los sectores que ha tocado.

Como diputada, se destacó por su lucha en favor de la transparencia y la rendición de cuentas.

Fue una voz firme contra los abusos del poder, señalando con valentía los excesos del endeudamiento público y otras prácticas nocivas para las instituciones.

Su capacidad para impulsar proyectos clave, como el fortalecimiento de la institucionalidad y la reforma de políticas públicas, la colocó como una legisladora de peso.

En su papel como senadora, su oratoria contundente y su enfoque en temas sensibles, como la seguridad, la justicia y el bienestar social, no solo le ganaron el respeto dentro del Congreso, sino que también le permitieron construir un perfil único, alejado de las promesas vacías y las alianzas oportunistas que caracterizan a gran parte de los típicos políticos.

Más recientemente, su gestión al frente del Ministerio de Interior y Policía ha sido reconocida por su enfoque en la modernización de la seguridad pública.

Ha priorizado la profesionalización de la Policía Nacional, la implementación de tecnologías y la optimización de los recursos, en un esfuerzo por enfrentar décadas de deficiencias en la seguridad.

Aunque los retos en este campo son colosales, su capacidad para implementar cambios institucionales significativos no puede ser ignorado.

Esta gestión refleja una Faride pragmática, capaz de transformar desafíos en oportunidades y de liderar procesos técnicos complejos con  visión clara.

El desafío de ser mujer en un sistema patriarcal

Ser mujer en la política dominicana tiene un costo altísimo.

Las mujeres en este ámbito se enfrentan constantemente a una doble vara: se espera que sean fuertes, pero no demasiado;  que lideren, pero sin pisar demasiados callos; que desafíen el sistema, pero no el orden establecido.

Faride ha jugado un papel disruptivo en un sistema que aún no sabe cómo integrar a las mujeres con capacidades de forma equitativa.

Mientras que sus pares masculinos navegan entre escándalos y favoritismos sin mayores consecuencias, a las mujeres y en especial a Faride se le exige una perfección de la Santísima Virgen María, casi inalcanzable.

Su postura crítica y autenticidad son cualidades que deberían ser admiradas, pero que, en un sistema de cacique, se perciben como amenazas al poder establecido.

Por ser mujer, sus decisiones son constantemente cuestionadas, y sus logros, minimizados.

Las críticas que recibe rara vez se centran exclusivamente en sus acciones políticas; muchas veces, su género es utilizado como una herramienta para desacreditarla.

Pronunciado cómo este: una mujer a dirigir guardias y policías, no había más nadie” va reforzando estereotipos y perpetuando desigualdades de poder.

Las críticas y los ataques sistemáticos

Las críticas hacia Faride no solo se originan en sus decisiones, sino en su capacidad para moverse  en un sistema diseñado para la lealtad incondicional. Sus posturas, como las relacionadas con el manejo de los fideicomisos o el endeudamiento público, han sido manipuladas para presentarla como

incoherente, ignorando el contexto y la profundidad de cada una de sus decisiones.

Este tipo de ataques no son un fenómeno aislado, sino parte de una estrategia más amplia para desmantelar su imagen antes de que logre consolidarse como una figura política de alcance presidencial.

Además, los ataques no provienen únicamente de sus adversarios políticos. Algunos de sus antiguos “aliados” han interpretado su paso al gobierno como un escalón y sutilmente lanzan dardos con esta retórica; hay un  “alejamiento de sus principios originales”, intensificando las críticas desde varios frentes.

Esta ambivalencia refleja lo difícil que es navegar en un sistema tan polarizado y lleno de intereses encontrados.

Faride y el futuro

El futuro de Faride Raful no depende únicamente de sus logros pasados o de las críticas que ha enfrentado, sino de su capacidad para adaptarse, aprender y conectar con los sectores sociales que anhelan un cambio genuino.

Su estilo, que combina firmeza, conocimiento técnico y autenticidad, debe seguir evolucionando hacia una narrativa que integre logros con las aspiraciones de un país que exige una política diferente.

Ella tiene un reto que no es menor: construir un proyecto político que trascienda su carrera personal y que conecte con una ciudadanía cada vez más exigente y crítica.

Conclusión

Los intentos por destruir a Faride Raful van más allá de la política; es una reacción contra el cambio que representa.

Su figura ha desafiado las normas tradicionales y ha tocado fibras sensibles en un sistema que prefiere la anarquía, sumisión y el conformismo.

Sin embargo, su historia está lejos de terminar.

Faride tiene por delante el desafío de resistir los ataques, consolidar su liderazgo y construir una visión de país que inspire a las nuevas generaciones.

El futuro de Faride dependerá de su capacidad para superar los obstáculos y fortalecer un proyecto político que transforme la realidad del país.

Pero una cosa sí es clara: Su papel en la historia del país está aún por escribirse.

Siendo innegable, más allá de las críticas, que su impacto ya ha dejado tinta difícil de borrar.

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