Guerra Interna en EE. UU.: Sociedades Secretas, Purga Ideológicay Conflicto Religioso

Guerra Interna en EE. UU.: Sociedades Secretas, Purga Ideológicay Conflicto Religioso

Por: Javier Fuentes

El nuevo mandato de Donald Trump no solo ha marcado un punto de
inflexión en la política estadounidense, sino que también desató una
guerra interna de dimensiones ideológicas, religiosas, secretas y cultural.
Esta lucha se ha desarrollado en varios frentes: el enfrentamiento con
sociedades secretas, la purga de funcionarios en agencias
gubernamentales, el intento de desmantelar estructuras globalistas y la
batalla cultural por la identidad del país.

Las sociedades secretas Desde la independencia de Estados Unidos y
las luchas de liberación en Hispanoamérica, las sociedades secretas han
desempeñado un papel determinante en la configuración política de la
región.

Estas organizaciones operaron en las sombras, influyendo en la toma de
decisiones y en la dirección de los movimientos independentistas.
Líderes históricos como George Washington, Simón Bolívar, José de San
Martín, José Martí, Miguel Hidalgo, Francisco de Miranda y Juan Pablo
Duarte, Antonio José de Sucre Bernardo O’Higgins y miles más;
estuvieron vinculados a la masonería, una de las sociedades secretas más
influyentes en la conformación de las nuevas repúblicas.

Bajo sus ideales, promovieron principios de libertad, soberanía y
autodeterminación, al tiempo que tejieron alianzas estratégicas para
consolidar sus proyectos políticos.

Sin embargo, la influencia de las sociedades secretas no se limitó a la
lucha independentista.

A lo largo de la historia, grupos como los templarios, los jesuitas, los
mismos masones, los iluminados, la sociedad de las calaveras y los
rosacruces han estado inmersos en una pugna constante con el poder
político y religioso, particularmente con el protestantismo, el papado y la
Iglesia católica.

El Vaticano, consciente de la amenaza que estas sociedades
representaban para su hegemonía, declaró a la masonería como
incompatible con la fe católica y combatió su expansión en el ámbito
político.

Estas sociedades por siglos han ido penetrando los concilios cristianos y
las universidades, pervirtiendo así al evangelio con doctrinas heréticas.
En respuesta, contra su ataque, ellas, las logias masónicas; se
consolidaron como bastiones del laicismo y el pensamiento ilustrado, lo
que acentuó aún más la confrontación.

Esta lucha ha dejado huellas profundas en la geopolítica y en la
configuración del poder en Occidente.

En la actualidad, la influencia de las sociedades sigue siendo objeto de
debate, con teorías que señalan su participación en estructuras de poder
globalistas y en la manipulación de eventos políticos clave para dominar
todos los centros financieros.

La administración Trump no ha sido ajena a esta batalla. Su retórica
contra el “Estado Profundo” y su enfrentamiento con grupos de poder
establecidos han sido interpretados por algunos analistas como un desafío
directo a los intereses de ciertas élites secretas que buscan mantener el
control de las instituciones estadounidenses y de las principales del
mundo, operando con agentes desde distintos centros internacionales.

Este choque ha reavivado el debate sobre el papel de las sociedades
secretas en la política contemporánea y su impacto en el destino de las
naciones.

La purga en las agencias
Conociendo esta lucha tras adquirir experiencia desde su primer gobierno.
Trump ha hecho evidente en su segundo mandato la confrontación contra
el “Estado Profundo” (Deep State), una estructura burocrática
permanente con intereses “propios” que, según su administración, opera
dentro del gobierno con una agenda “progresista anti-soberanía”.

Su administración denunció que dentro de agencias gubernamentales
existían redes operando bajo agendas “progresistas”, contrarias a los
intereses nacionales, impulsadas por organizaciones como la Open
Society Foundations de George Soros.

Y por tanto comenzó una purga de destituciones siendo las más recientes
(enero y febrero de 2025), con

:1) Hampton Dellinger, director de la
Oficina del Asesor Especial (OSC), fue destituido, lo que desató un litigio
sobre la legalidad de su despido.
2)- David Huitema, jefe de la Oficina de Ética Gubernamental (OGE), fue
removido en febrero de 2025, siendo reemplazado por Shelley K.
Finlayson como directora interina.
3)- Altos funcionarios del FBI, seis de ellos destituidos sin explicaciones
públicas, en el marco de una reorganización de la agencia.
4)- Más de 30 fiscales federales, responsables de casos vinculados a la
insurrección del 6 de enero de 2021, fueron despedidos, generando
preocupaciones sobre una posible represalia política.
5) 56 altos funcionarios de USAID fueron suspendidos tras acusaciones de
resistencia a la nueva política exterior de Trump.

Paralelamente, se nombraron figuras con posturas más nacionalistas y
conservadoras, lo que generó un choque frontal con el establishment
político.

Guerra en el Pentágono Uno de los focos más relevantes de esta
batalla fue la reestructuración de la cúpula militar bajo un enfoque
soberanista.

Se eliminaron programas de formación en diversidad e inclusión,
considerado una imposición de la ideología progresista dentro del ejército.
Se redujo la cooperación con organismos internacionales en favor de una
política de defensa más unilateral.

Se reforzó la presencia de oficiales con visiones tradicionales sobre el
patriotismo y el deber militar.

“En enero de 2025, Trump despidió a 17 inspectores generales de varias
agencias federales, incluyendo los Departamentos de Defensa, Estado,
Energía, Vivienda y Desarrollo Urbano, y Asuntos de los Veteranos”.
“Estos inspectores generales son responsables de supervisar y auditar las
operaciones dentro de sus respectivas agencias para prevenir el
despilfarro, el fraude y el abuso”.
“La destitución masiva de estos funcionarios fue vista por algunos como
un intento de eliminar voces independientes y críticas dentro del
gobierno”(Fox-News)
Este proceso generó fuertes tensiones dentro de las fuerzas armadas, con
sectores que resistieron los cambios y otros que los apoyaron como una
forma de restaurar la identidad militar estadounidense.
Desmantelar la USAID

Otro movimiento audaz de la administración Trump fue la reforma de la
USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional),
acusada de financiar proyectos alineados con la agenda WOKE en países
extranjeros.
Se congeló su presupuesto para revisión y redefinir prioridades.
Se eliminaron iniciativas vinculadas a la promoción de ideología de
género, activismo político y migratorio para desmantelar fronteras en el
extranjero.
Se buscó reorientar esos fondos hacia programas con un enfoque más
conservador, priorizando la ayuda humanitaria sin condicionamientos
ideológicos.
La administración Trump ha señalado que esta agencia manipuló procesos
políticos en América Latina y otras regiones del mundo incluyendo el soft-
power para empujar golpes de Estados.
Si bien Trump no logró eliminar completamente la USAID, su alcance se
ha visto ahora limitado y su liderazgo modificado para frenar muchas de
sus iniciativas más polémicas.
División Religiosa
El conflicto interno en EE. UU. no solo es político, sino también religioso.
Trump ha sido visto por muchos sectores evangélicos y conservadores
como un defensor de los valores cristianos frente al avance del
progresismo.
Su administración ha promovido políticas en defensa de la libertad
religiosa y contra la imposición de ideologías en instituciones educativas y
gubernamentales.

Esta alianza con el sector cristiano ha generado un fuerte choque con
organismos internacionales que promueven políticas contrarias a la visión
tradicional de la familia y la sociedad.

El resultado ha sido un enfrentamiento ideológico y espiritual, donde dos
modelos de sociedad se disputan el destino de EE. UU.: Un modelo
basado en principios éicos cristianos, soberanía nacional y valores
tradicionales.

Un modelo globalista y progresista, que impulsa cambios en la estructura
social y moral del país.

Conclusión
La guerra interna que vive EE. UU. bajo el gobierno de Trump es un
reflejo de fracturas profundas dentro del país.

La confrontación con el Estado Profundo, la purga en agencias
gubernamentales, la lucha contra el globalismo y la batalla cultural están
redefiniendo el panorama político estadounidense.

Más allá de las figuras individuales, esta confrontación representa el
choque entre dos visiones irreconciliables: una que busca preservar la
identidad nacional basada en valores cristianos y otra que promueve una
transformación radical de la sociedad bajo preceptos progresistas
inmorales.

El desenlace de esta guerra no solo determinará el futuro de EE. UU., sino
que también marcará el rumbo de la civilización occidental en las
próximas décadas.

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