¿Qué tal una marcha en rechazo a la presencia dominicana en Washington Heights?

¿Qué tal una marcha en rechazo a la presencia dominicana en Washington Heights?

Por Carlos Segura

Me imagino lo desagradable que sería para los dominicanos que en medio de la cacería de inmigrantes que actualmente realiza la administración Trump, la Derecha Alternativa, el KU KLUX KLAN o cualquier otro grupo neofascista y supremacista blanco de los tantos que abundan en Estados Unidos, viniera a echarle leña al fuego convocando una marcha en repudio a la presencia dominicana en Washington Heights, donde reside una buena parte de los más de 200,000 dominicanos ilegales que hay en Estados Unidos.

De seguro que más de una autoridad dominicana, y probablemente una buena parte de una intelectualidad arrimada al gobierno (más por conveniencia que por convicción), hubiera tronado. Pero, frente a la marcha que la Antigua Orden Dominicana (muy pertinente lo de antigua) tiene convocada para este domingo en El Hoyo de Friusa, Punta Cana, han cerrado los ojos y la boca.

Si el domingo, ojalá que no, esta peligrosa y provocadora marcha termina con unos cuantos muertos, heridos y apresados, solo habrá un responsable: el gobierno dominicano.

Permitir una marcha que puede tener un desenlace fatal, justamente en Punta Cana, centro del turismo dominicano, es una locura.

Un país que invierte millones de dólares para promoverse como lugar paradisíaco, que ofrece unas alegres vacaciones en paz, no debería correr el riesgo de echar esos recursos a la basura, solo para satisfacer a un grupito de neofascistas xenófobos, por mucho éxito que hayan tenido en vender su mensaje de odio.

Todos los ciudadanos (incluyendo lamentablemente neofascistas y xenófobos) tienen derecho a protestar en forma ordenada y pacífica, pero siempre en el lugar adecuado.

Y así como el lugar adecuado para protestar por el alza de precio de los pasajes aéreos no debe ser la pista de aterrizaje de un aeropuerto, el lugar adecuado para expresar rechazo a la inmigración ilegal no debe ser nunca el lugar de trabajo o residencia de los migrantes, por la peligrosidad que comporta. Cuando la pasión de unos y el instinto de supervivencia de otros se enfrentan, hay mucha probabilidad de que corra sangre, más aún, cuando esa pasión y ese instinto de supervivencia son caribeños.

Los que quieran protestar contra la inmigración ilegal, que realicen sus marchas frente a quienes están en el deber de controlarla, no frente a los migrantes.

Por fuerte que sea la presión migratoria sobre el país, la presencia haitiana nunca hubiera alcanzado la proporción que tiene sin la complicad de jefes militares, personeros del gobierno, buscones, transportistas, residentes en los poblados fronterizos que esconden inmigrantes en sus casas hasta el momento de su traslado al interior. En otras palabras, la mafia que la facilita.

Es frente a la Dirección de Inmigración, comandancia de la guardia fronteriza, consulados fronterizos y, por qué no, frente al Palacio Nacional, que los “patriotas” deben ir a protestar.

Todavía hay tiempo para evitar un desastre.

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